viernes, 5 de agosto de 2011

Las ostras de Cancale y la guía Osborne de viajes

5 de agosto.
En el bar de enfrente de la estación de Rennes nos contestan con un "mais, sii!" ante nuestra duda sobre si tendrían los deliciosos cruasanes que habíamos probado el día anterior. El café olé no tuvimos ni que pedírselo. Creo que si estuviéramos una semana más en Rennes nos podríamos presentar a concejales de distrito.
Habiendo lidado el día anterior la visita a Le Mont Saint Michel, emprendemos marcha a Dol-de-Bretagne, donde caemos enamorados de la chica de turismo.
La catedral es realmente bonita, pese a no ser románica y pese a albergar un parking a la entrada (algo muy bretón, parece).
Un atrio con impresionantes vidrieras y unas naves imponentes.


Ah, y el paseo dos namorados que no falte [hay que decir aquí que P. y un servidor tendemos a encontrar paseos de los enamorados allá donde vamos. el del enlace es nuestro primer paseo, al lado de la fábrica de Sargadelos, en Lugo, lugar totalmente recomendable].
Aunque le hemos dedicado quizá demasiado tiempo, tampoco pasa nada.
Siguiente parada: Cancale.

Si hubiera sido mañana o pasado nos hubiésemos atrancado en San Benito de las Olas (Saint Benoit des Ondes) donde los días 6 y 7 tenía lugar el festival del mejillón.
En justa venganza, y tras una docena de ostras del número 3 por 6€ a la orilla del mar, nos metemos entre pecho y espalda dos raciones del molusco bivalvo, que ríete tú del cochinillo segoviano.
Cancale: muy turístico, nada caro y con mención especial a La Mère Champlain, casi al final del puerto. Gran servicio, ricas minchas (o sea, bígaros, o sea, bigorneaux), aperitivos deliciosos y lo dicho, mejillones brutales.
Siguiente parada: Pointe de Grouin.
Aquí es donde surge la idea P. [como nos sea pisoteada seguiremos el rastro del ladrón, dado que los visitantes de esta página están contados con los dedos de los pies] de realizar algo así como la Guía Osborne de viajes, en la que, poco a poco, hemos ido creando la clasificación para los lugares: bronca, silencio, aplausos, ovación, vuelta al ruedo, oreja, oreja y v.a.r., dos orejas, dos orejas y v.a.r y dos orejas y rabo. Más o menos. La Pointe du Grouin seguramente tendría oreja y v.a.r. .
Y más o menos eso es también lo que le daría a Saint Malo. Seguro que noviembre llega a las dos orejas con suficiencia aunque el tendido 7 protestase. Desde luego, un viernes de agosto es un lenar [es la forma que en el pueblo de mi padre, Cogeces del Monte, utilizan para denominar grandes masas de gente, en alusión a las que habitualmente iban al Monasterio del Henar, una especie de Fátima local]. Por cierto, plagadito de españoles. Curiosa mezcla de puerto de mar y metrópoli anglo-parisién, con unas murallas remarcables.


A P. le han meado en la sidra [sic]. Pero ahora, saciados, por lo menos ya podemos continuar el paseo. El día ya es soleado y bien soleado.

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