viernes, 12 de agosto de 2011

Lorient e cándo; Galiza é ónde

Llegamos a Lorient de nuestro día prehistórico niquelaos de tiempo, aparcamos niquelao y P. encontró la mejor posición posible para el tercer concierto en tres días del Bagad de Lann Bihoué. Previo a ello, foto histórica con el contramaestre del culito en pompa que hace así con el pie [Christophe Le Govic].



 




Qué grandes son. Y más según te vas a cercando a ellos en conocimiento y en distancia, que los teníamos esta vez a 3 metros. Suman 30 sobre el escenario, algo a tener muy en cuenta cuando se trta de un concierto a la puerta de un pub, en una placita. Grande el bagad!


 

 


 






Dada la ingesta del día (recordamos que bocata salchichón), era obligada la parada en el festival en la carpa de Galicia, donde ó noso queridiño camareiro de Caldas de Reis poco menos que le faltó ponernos un apartamento en Torrevieja. Agradecemos desde estas páginas la invitación a ración de pulpo y botella de albariño y café y licores y prometemos difundir la imagen de Turgalicia por todo el mundo.
Así, quedamos definitivamente engaiolados (que es como enjaulados, o sea, embelesados) de la carpa gallega, a la que habíamos de volver en una tarde-noche, que se prometía larga y ancha.
A continuación, nos dispusimos a presenciar uno de los grandes descubrimientos musicales del viaje: Tiruleque, a quienes yo me empeñé en llamar Tribulete, Tirabeque o qué sé yo.
Grandes temas, como a Señá Lixandra. Esta versión es de otro concierto de Tiruleque en Lorient.



Primero, en la zona centro de la audiencia, junto a la traductora oficial de gallego-bretón (¡lo juro!) y un poco después ya con mira-ese-grupo-de-gallegos-que-baila-tan-bien y que resultó ser el excelso grupo de danza O Fiadeiro, a quienes ya habíamos visto (o más bien intuido, dada la distancia) en la noche intercéltica del miércoles. Cómo no iban a bailar bien. Unha delicia velos aí, danzando canda nós.
Lo pasamos genial, P. se marcó una salsa con una Fiadeira


y acabamos pegando botes con grandes hitos musicales como esa Señá Lixandra o Sansa y coreando absolutos himnos que afirman que "de las mozas mucho hay que contar".
Tras ello, caímos de nuevo en las garras de las rondes, gavottes y otros bailes populares que tenían lugar en el Fest Noz de la sala Carnot, donde miles de bretones hacían manitas al unísono. Supongo que se perdonará el comentario de P. quizá orientado por la ingesta de Affligem previa relativo a ciertas característica de ciertas mujeres que a él le parecía ecselente.




¡Estan locos estos bretones!

Non puidemos coa calor da sala e, ademais, a festa tiña que rematar en Galiza, porque si Lorient era cándo, a carpa de Galiza era ónde. E alí rematou, con alcoles de Martín Códax (sobre los que P. querría disertar largo y tendido), albariño e unha xenial jam session de xotas e temas populares (aínda que che faltou o Pousa, Pousa).



Alí estivemos a bailar e a cantar, chimpando coma tolos cos rapaces e raparigas de Fiadeiro (bicos á María, de Santiagho. Eu sonche o galego de "La Coru" co que falaches).
El final de fiesta, con los bretones ojipláticos fue, todos a una, coreando eso tan bonito de "alcohol, alcohol, hemos venido a emborracharnos, el resultado nos da igual". Exaltación de la amistad.
¡Estanche tolos estes galegos!
Del resto de la noche, sólo decir que fue bizarre, bizarre, bizarre.
La manta de agua bretona nos acabó envolviendo y acunando.
Au revoir, Lorient...

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