jueves, 4 de agosto de 2011

Absurda acumulación de columnas en Rennes

Rennes, 4 de agosto, tras el diluvio tipo Vitre y la manta de agua tipo Fougères.
Dejamos el coche en la zona del Parlamento de Bretaña (zona roja de a potosí la hora)

frente a la tienda de música Harmonía Mundi (qué error no haber comprado ningún disco, se lamentó luego P.). Paseo juntando la información de 3 guías tras visita a la oficina de información turística, para pasmo de un español muy hombre él y muy padre de familia que buscaba una casa que ya había visitado (Ti Hoz, entramado en rojo, bien bonita y que albergaba club musical llamado El Teatro).

Qué catedral, la de Rennes. Stendhal dijo no comprender la absurda acumulación de columnas en que consistía. A lo que yo añado: ¡Oh, diosmío!.
En serio, qué absurdez de catedral barroca. Tengo la teoría, que espero que muchos comprendáis, de que aproximadamente entre el 77 y el 86 por ciento de los edificios barrocos debían ser demolidos y en sus cimientos debería volver a darse vida a iglesitas románicas. Digo
Pero bueno, la ciudad está bien, se deja ver, tiene unas casas bien bonitas en la plaza del mercado

y pese a ser grande, no resulta demasiado extensa.
Por cierto, las 6 y sin comer. De vuelta al Café Noir, previo paso por el Café Leffe. Una ídem blonde y volvemos a sagrado: nuestro refugio, nuestro tesoro: les mules à la marinière, la pizza (esta vez con coquillages)... y la Affligem tres estrellas. Lástima de camarero (creo que llevaba la A detrás, pero no está confirmado. Por cierto, la A en Francia es como la L de Lerdo que llevan ciertos/as conductores/as).
Y, en estas, cuando divagábamos sobre cómo mejor emborracharnos, P. dijo: no hay huevos.

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