Y hete aquí que en el lugar llamado Vue de la Rance [a ver, La Rance es el río; vue, vista y... pues eso] nos recibe, tras 5 minutos de Allo!!!, bonjour!!!, ehhh!!! una japonesa o laosiana o algo, seguramente ex-geisha del primer ministro del país y deportada a Francia por sus escasas habilidades sociales. Cualidades éstas que quedan más que demostradas cuando nos dice que la habitación sólo tiene una cama y que se siente mucho.
Pero resulta que se acuerda de que en el baño (grande cual plaza de toros) tiene guardada una cama plegable, que si no nos importa hacérnosla. Cómo nos va a importar. Pero fue un fallo de traducción. Donde dijo "hacérnosla", ella quiso decir "fabricárnosla".
Para pasmo nuestro, saca la cama... y los tornillos, las ruedas, otra serie de piezas... y a hacernos la cama textualmente. Ikea, mon amour.
Por otro lado, la casa es preciosa, al pie de La Rance (el río), con su salita de desayunos y su habitación charmeuse y su dueña, bueno, peculiar.
En Rennes nos habíamos hecho con un folleto sobre fiestas locales [eso fue iluminación divina, sin duda] y resulto haber ese día una en Combourg, un pueblo del que las guías apenas ensalzaban un castillo privé (o sea, privado).
Allá nos fuimos y de lo primero que nos dimos cuenta fue de que, aparte del castillo (que apenas se veía entre los arbolazos), había un lago enorme, con un camino de ronda y, desde él, una vista estupenda del pueblo.
Y después del turisteo y las fotos, pasamos [rito iniciático] a embebernos del espíritu folclórico bretón.
A cada 100 metros había una banda tocando, desde los amigos de Chayanne o las jubiladas haciendo expresión cororal, hasta el power pop más salvaje o el cantautor local, pasando por un coro local bien simpático llamado Moby Dick (vestidos de marineritos)
o un grandioso cuarteto de música bretona 100% .
Fastuoso. Con un par de trompetines, o como se diga [aquí todavía no utilizaremos términos luego tan familiares como Fest-Noz o bombarda, dado que éramos aún ajenos a ellos], igual que los que se usan en Cataluña para las sardanas, una gaita y un acordeón, comenzaron a tocar unas piezas, similares a jotas o muiñeiras gallegas y el público se lanzó a formar corros y a bailar moviendo las manitas adelante y atrás, cogiditos de los meñiques y tacón-punta-tacón.
Realmente divertido (más por ser la primera vez) y, según estamos comprobando, muy representativo del carácter bretón, una región muy estable, como luego veremos.
Nos tomamos nuestra primera galette y nuestra primera sidra
e hicimos parada y fonda a la 1 de la mañana en Ca' la ex-geisha, para dormir, yo en la cama recién fabricada. No se cayó.
Están locas, las ex-geishas.
Los aires de fiesta me recordaron que en mi iPod tenía esta canción
No hay comentarios:
Publicar un comentario